“El Baile” juega en sus tres actos con la relación paradójica entre la continuidad del tiempo y sus brechas, entre la secuencia temporal y sus intersticios.
Entre el primero y el tercero transcurren 50 años, toda una vida, y los tres constituyen, tratándose de un baile, tres pasos a “tres”, tres movimientos del mismo, que van desde la agilidad y la vivacidad del primero, a una emocionantísima “coreografía» final en el tercero, donde los recuerdos y la realidad presente se funden en un delirio delicioso y poético.
Los dos hombres y la mujer de este baile juegan a –se hacen la ilusión de- que son los mismos de siempre, para intentar seguir yendo a un baile, para seguir viviendo y divirtiéndose porque siempre es imprescindible preservar el humor.
Un humor distinto en cada acto.